La ley de amnistía, la pieza tractora que ha permitido a Pedro Sánchez conservar la Moncloa, ha quedado definitivamente aprobada. Lo que hace poco más de un año parecía imposible, se ha votado este jueves en medio de una gran tensión ambiental. Por llamamiento, con el hemiciclo fracturado en dos bloques antagónicos y un cruce de insultos durante el debate entre Santiago Abascal y José María Figaredo, de Vox, y el portavoz de Sumar, Gerardo Pisarello, que la presidenta del Congreso, Francina Armengol, no ha sabido dominar y gritos de «traidor» a Pedro Sánchez y el resto de miembros del Ejecutivo de coalición de la bancada de la derecha. La bronca ha empañado la intensa celebración de los independentistas y hasta sus advertencias: «La lucha continúa», de Junts, y «siguiente parada, referéndum», de ERC.